Les comparto la nota mía dirigida al compañero Norman Pietri, que publiqué en el día de ayer ante su anuncio de que hoy escribiría por este medio -como de hecho ya hizo- una nota condenando al gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua:
<<Norman, me preocupa el afán que a veces tenemos con criticar a Cuba, Venezuela y Nicaragua, como si existiese algún imperativo moral insoslayable de enjuiciar a los demás, algo que me temo nos viene de EEUU y Europa. A ellos los entiendo: se creen dueños del presente y futuro de la humanidad. Pero, nosotros, ¿qué urgencia tenemos en opinar sobre situaciones complejas y contradictorias, donde se hace francamente casi imposible apalabrar dónde está la verdad, lo bueno o lo justo? La izquierda no se libra de ese mal que ha llevado a sectores suyos a, por ejemplo, unirse a la OTAN contra Gaddafi y Libia, con las graves consecuencias que ello ha tenido. Libia hoy no es un ejemplo de democracia y derechos humanos sino que es el principal mercado de esclavos en África. De ahí que mucho cuidado con las campañas pro derechos humanos originadas por fundaciones y oenegés estadounidenses y europeos que se cantan liberales. Detrás del discurso humanitario se tejen las acostumbradas maniobras fatídicas de la CIA, la DIA, entre tantas otras agencias del Norte dedicadas a mercadear las mentiras o medias verdades en torno a los enemigos de Washington. Es harta conocida su financiación, vía la AID, fundaciones y oenegés, de las llamadas “revoluciones de color”, procesos que sólo buscan la desestabilización de gobiernos como los de La Habana, Caracas y Managua.
Así comenzó el golpe de 2019 en Bolivia, apoyado por compañeros y compañeras de izquierda, incluso algunos notables, que se unieron a los reclamos de la derecha para denunciar un alegado robo de las elecciones por parte de Evo Morales y Álvaro García Linera. Hasta hubo voces alegadamente marxistas que declararon a Evo Morales y Álvaro García Linera “traidores” de la revolución latinoamericano, como presencié personalmente. Cayeron todos y todas de tontos útiles. Con las marimbas hace ya un tiempo en Venezuela pasó algo similar. Sectores de la izquierda latinoamericana empezaron a denunciar la alegada represión de la dictadura chavista. ¿Qué querían: que el gobierno bolivariano le diese paso a la violencia contrarrevolucionaria?
¿Y qué me dices de las protestas en Cuba de julio de 2021? También en torno a esta situación hubo recriminaciones contra Cuba -incluso por aquellos y aquellas que dicen amarla- por hacer lo que tenía que hacer para defender su revolución, en medio de graves problemas mayormente adjudicables al criminal bloqueo de hace 60 años. En vez de críticas, habría que hacerle un reconocimiento por su resistencia heroica, la cual pasará a los anales de la historia.
Y finalmente, está Nicaragua, cuya Revolución Sandinista conocí de primera mano como parte de un reportaje que me encomendó hacer Claridad al mes del derrocamiento de Somoza. Allí pude comprobar la solidaridad de principio que anunció en conferencia de prensa Daniel Ortega con la independencia de Puerto Rico. ¡Y así lo ha manifestado una y otra vez en todos los foros internacionales! Sabemos, además, de como fue EEUU la que financió y armó a los contras (con participación de algunos exsandinistas como Edén Pastora) hasta finalmente sacar a los Sandinistas del gobierno y entregárselo a sectores liberales y neoliberales de la burguesía criolla, amigos de EEUU. Y finalmente, ante la debacle que estos sectores protagonizaron en el país, el Sandinismo retomó el gobierno, bajo la dirección de Daniel Ortega. Y éste empezó a redefinir el rumbo de Nicaragua. Los índices de progreso social y económico estuvieron entre los mejores en nuestra región, según la CEPAL. Ah, pero se atrevió a entrar en negociaciones con los chinos para construir un nuevo canal a través de Nicaragua. Washington respondió de inmediato promoviendo una campaña violenta de desestabilización de 2018, una nueva “revolución de colores” (como la del 2014 en Ucrania) que debía culminar con la caída de Ortega y su gobierno y el retorno de Nicaragua al redil imperial. Nadie habla de los muertos que puso Nicaragua por esa guerra interna desatada por sectores de la oposición. Fue financiada e instigada toda directa e indirectamente por Washington, con la complicidad de un sector desafecto del Sandinismo, la burguesía criolla neoliberal y la participación de un sector de la Iglesia Católica y las iglesias fundamentalistas evangélicas. He allí la raíz de la crisis actual e, incluso, de la detención y posterior exilio forzado de varios exsandinistas prominentes como, por ejemplo, Dora María Téllez, la famosa Comandante Dos que acompañó a Edén Pastora en el asalto al Congreso somocista en medio de la lucha Sandinista por la liberación del país.
Confieso, con toda humildad, desconocer los detalles de las infrahistorias (o chismes) que hay detrás de las contradicciones desplegadas hoy en Nicaragua. Pero de lo que sí estoy convencido es que detrás de todo ello anida el imperialismo yanqui y su agenda de dominación. Es la misma que hoy se desata contra Rusia, incluyendo la demonización de Putin. La misma que esgrimen contra China y Xi. También lo tachan de dictador, como también a Maduro y a Díaz Canel. A AMLO lo tienen ya en la mirilla.
Y en ese mundo que se impone, los retos mayores no son los morales sino los estratégicos y los geopolíticos. Eso lo tienen claro nuestros enemigos y a partir de ello es que sienten que nos aventajan. Pues no son los derechos humanos lo que de verdad les interesa a Washington y Bruselas, ese discursito es tan sólo un señuelo para los inocentes. Lo que les interesa es seguir su dominación y sobreexplotación de nuestros trabajadores y pueblos.
Vivimos tiempos turbulentos pero no menos esperanzadores. Decía Martí: “Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz.” No dejemos que los grises nos impidan apreciar la presencia de la luz que se abre paso contra la oscuridad que busca empecinadamente imponerse una y otra vez. Y es que, querido compañero, no hay un afuera de la contradicción, ni entre nosotros ni con nuestros enemigos. Pero hay que saber siempre distinguir entre las contradicciones principales y las secundarias. Por lo menos eso siempre predicaba el sabio Mao. Y para mi la contradicción principal sigue siendo el imperialismo y el capitalismo-colonial.>>
Un abrazo,
Carlos Rivera-Lugo