“Es hora de que tomemos consciencia del hecho de que las normas que nos sirven para regular la diversidad de asociaciones de las que participamos en esta vida, desde las personales hasta las societales, no son única ni tan siquiera mayoritariamente producto del Estado sino que son el resultado de procesos decisionales autónomos, sobre todo los protagonizados por las comunidades y los movimientos políticos y sociales contestatarios. Los procesos sociales y comunitarios tienen, cada vez más, esta potentia constitutiva de carácter inmanente, es decir, independientes de un Estado cada vez más ausente y privatizado en sus fines y prácticas”.