En días pasados, publiqué una nota dirigida al compañero Norman Pietri en relación a una suya en la que éste condenaba al gobierno del líder Sandinista Daniel Ortega en Nicaragua. Lo comparó incluso con el expresidente rumano Nicolae Ceausescu, quien fuera ejecutado en el 1989, junto a su esposa. Según informó el propio Norman en su página en este medio, uno de sus seguidores que le felicitaron por dicha comparación fue otro compañero, Manuel de J. González.
Para aquellos que no lo recuerdan o no lo saben, Manuel publicó en su momento un artículo en Claridad en el que acusaba al líder brasileño Luiz Inácio “Lula” da Silva de corrupto y lo comparaba con el exgobernador Pedro Roselló González. Manuel daba así por buenas las acusaciones falsas que la derecha brasileña urdieron contra Lula, las cuales culminaron posteriormente en su arresto y encarcelamiento producto de lo que a todas luces se demostró que era parte de esto que se llama hoy lawfare. En este caso se trataba del uso arbitrario y abusivo del Estado de derecho y del poder judicial (con la complicidad de los medios oligárquicos de comunicación) como instrumento político para hacerle la guerra a la izquierda brasileña.
Como ya saben, Lula fue finalmente exonerado de todo lo que se le imputaba sin prueba alguna y hoy nuevamente es presidente de Brasil, habiendo derrotado en las urnas al derechista y neofascista Jair Bolsonaro, a quien le benefició el vacío político dejado por el encarcelamiento de Lula -y el igualmente arbitrario “impeachment” de la presidenta Dilma Roussef- para ascender inicialmente en el 2018 a la presidencia. Se veía a leguas que todo estaba fríamente calculado para que la derecha pudiese volver al gobierno por medio del lawfare contra Lula, ya que el PT (Partido de los Trabajadores) había ganado 4 elecciones presidenciales seguidas y la derecha perdía la esperanza en la vía electoral para volver a gobernar. Sin embargo, Manuel prefirió darle credibilidad a “sus fuentes”, sobre todo el periódico español El País, ideológicamente parcializado contra la izquierda, sea revolucionaria o progresista, en la América nuestra.
Sin embargo, uno hubiese esperado que Manuel aprendiese con su garrafal error de juicio en torno a Lula. Lamentablemente, no fue así y luego también compartió públicamente su apoyo a la intervención de la OTAN en Libia y a favor del derrocamiento de su líder Moamar el Gaddafi y su gobierno. Manuel alegaba preocuparse por los derechos humanos que según nuevamente “sus fuentes” se violaban. Pero ya sabemos también el resultado de esta nueva apuesta moralista del compañero: Gaddafi fue capturado, sodomizado y ejecutado por una turba opositora que se apuntalaba en la intervención de la OTAN. Hillary Clinton, la entonces secretaria de Estado de EEUU, festejó públicamente la muerte atroz de Gaddafi. Se apoderaron, junto a la UE, de los recursos petroleros libios. Asimismo, Libia constituye hoy un Estado fallido que alberga el mercado de esclavos más grande en el continente africano. Luego ha trascendido que la intervención de la OTAN en Libia y la eliminación de Gaddafi fue urdida por “Occidente” para, entre otras cosas, detener su propuesta de que se creara un sistema monetario africano, independiente del dólar y del euro.
Moraleja: hay que cuidarse de cuáles y quiénes son nuestras fuentes de información y de las agendas ideológicas que hay detrás de éstas contra los blancos de campañas de descrédito y aislamiento como las que se libran contra Cuba, Venezuela y Nicaragua. Hay que tener cuidado de que, independientemente de cuáles sean las intenciones, no se termine siendo un mero instrumento para propagar los objetivos contrarrevolucionarios que anidan detrás de esas campañas, convenientemente adornadas como si fuesen campañas por los derechos humanos o la democracia.
Ya hemos observado a Gabriel Boric, el presidente de Chile, criticando a cada rato a los líderes y gobiernos de estos países hermanos sometidos al asedio continuo por parte del Imperio, mientras que bajo su gobierno continua la represión policial y militar de las luchas del pueblo Mapuche por su autodeterminación y sus justos reclamos históricos. Asimismo, se ha visto como, a partir de sus omisiones y errores, se perdió la oportunidad histórica de refundar constitucionalmente a Chile, lo que ha redundado en el debilitamiento estratégico de la izquierda y facilitado que la derecha se vuelva a fortalecer. De paso, a diferencia de los gobernantes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, Boric es incapaz de manifestarse a favor de la autodeterminación e independencia de Puerto Rico.
Vuelve a mear Manuel de J fuera del agujero…se reventó el cocote diría Albizu.
¡ Bravooo Carlos Rivera Lugo !